En los últimos años, el uso de perros de soporte emocional se ha popularizado, especialmente en vuelos, donde muchas personas los llevan como “compañeros terapéuticos”. Sin embargo, esta tendencia refleja una visión antropocéntrica que reduce a los perros a meras herramientas para el beneficio humano, sin considerar sus necesidades, emociones ni derechos.
La realidad detrás de esta práctica
Los perros de soporte emocional son entrenados y forzados a estar disponibles para aliviar las necesidades humanas, sin importar si realmente tienen la capacidad o disposición para ello. Se les obliga a desempeñar un papel que no han elegido.
Por ejemplo, durante los vuelos, estos perros pasan muchas horas en condiciones que pueden ser muy estresantes, sin poder decidir si quieren estar allí. Además, las restricciones y el trato que reciben no siempre garantizan su bienestar.
Esta situación perpetúa la idea de que los animales existen solo para servir a los humanos, ignorando su autonomía y bienestar. Además, la falta de regulación ha llevado a abusos: algunas personas usan a sus animales de forma inapropiada para acceder a privilegios, como viajar sin restricciones.
Debemos entender que los perros no nos pertenecen y que su bienestar debe ser siempre la prioridad. Utilizar animales para nuestro beneficio emocional sin respetar sus derechos y deseos es una forma de explotación.
Es fundamental replantearnos cómo usamos a los animales para cubrir nuestras necesidades emocionales. Los perros son seres con emociones, necesidades y derechos propios, y merecen ser tratados con la dignidad que les corresponde.
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