En el imaginario colectivo, los animales sin hogar son vistos como “salvajes”, “independientes” o “libres”, pero muchas veces la realidad es otra. Ser feral no significa ser libre, sino muchas veces ser olvidado.En las calles de nuestras ciudades, miles de animales ferales nacen, envejecen y mueren sin cuidados, sin protección, sin historia. Enfrentan el frío, el hambre, enfermedades sin tratar y la violencia humana o institucional. A menudo viven menos años, con más dolor, sin que nadie note que están muriendo.

Muchos programas de control poblacional solo consideran números, no individuos. La vejez animal casi nunca está presente en las políticas públicas ni en la compasión selectiva de una sociedad especista.

En Red Tau creemos que toda vida merece ser vista, respetada y cuidada, incluso —y sobre todo— cuando no tiene nombre, ni referentes, ni “utilidad” antropocéntrica. Reivindicamos una ética del cuidado radical que incluya también a quienes nunca fueron acogidos.


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