Feliz Día de la Madre… a aquellas que pueden disfrutar de la maternidad.

Mientras tanto, millones de madres no humanas son obligadas a serlo.
No por deseo. No por amor.
Por industria, consumo y tradición.

Las vacas son inseminadas a la fuerza. Sus crías les son arrebatadas nada más nacer. La leche que producen para alimentar a sus hijos acaba en vasos humanos.

Las cerdas paren una y otra vez en jaulas tan pequeñas que no pueden ni darse la vuelta. No pueden moverse, ni cuidar a sus crías. Su maternidad se reduce a producción.

Las gallinas nunca llegan a ver a sus polluelos. Sus cuerpos están forzados a poner huevos de forma continua hasta que colapsan. Después, son descartadas.

Todo esto ocurre en nombre de la industria, pero el precio lo pagan ellas. Cada día.

En el Día de la Madre, pensemos también en quienes no pueden vivir la maternidad como les correspondería.
La maternidad debería ser un derecho, no una condena.
Y la lucha por una maternidad libre, sana y respetada no debería conocer de especies.


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