El impacto de los microplásticos en la salud de animales y humanos es un tema urgente que la ciencia está documentando cada vez más. Aunque todavía estamos entendiendo toda la magnitud del problema, existen evidencias claras que vinculan la exposición a estos fragmentos diminutos con enfermedades gastrointestinales, inflamatorias, dérmicas e incluso neurológicas.

Los microplásticos son pedazos de plástico menores a 5 milímetros que provienen de diversas fuentes, como productos de higiene (exfoliantes o pastas dentales), ropa sintética, envases plásticos que se degradan, neumáticos, entre otros. Estos fragmentos no solo contaminan el agua potable, los alimentos y el aire, sino que también han sido encontrados en la placenta humana, lo que demuestra su capacidad para atravesar barreras biológicas clave.

Algunos datos recientes alarman sobre su presencia y efectos: en 2023, se detectaron más de 40.000 partículas de microplástico por litro en agua embotellada. En 2022, se hallaron microplásticos en tejido pulmonar humano vivo por primera vez. En animales, como las tortugas marinas, la ingestión de estos plásticos ha provocado úlceras gástricas, lesiones en el hígado y alteraciones en el sistema endocrino.

Frente a esta realidad, ¿qué podemos hacer? Reducir el uso de plásticos de un solo uso es fundamental. También es importante evitar productos cosméticos y de limpieza que contengan microperlas. Optar por tejidos naturales como algodón o lino en lugar de fibras sintéticas ayuda a disminuir la liberación de microplásticos. Además, participar en limpiezas de playas y campañas de concienciación es una forma activa de proteger nuestros ecosistemas.

Los microplásticos no solo contaminan nuestros océanos, sino que están presentes dentro de los cuerpos de todos los seres vivos del planeta. La responsabilidad de cuidar nuestro entorno y nuestra salud es de todos.


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