Las tortugas marinas son criaturas lentas, longevas y pacíficas que han habitado los océanos durante más de 100 millones de años. Sin embargo, hoy seis de las siete especies existentes están en peligro de extinción. La razón principal de esta amenaza es que el ser humano ha convertido el mar en una trampa mortal para ellas.
Una de las formas más crueles de explotación es la caza y el comercio ilegal. Las tortugas son cazadas por su carne, grasa, huevos y caparazones. A pesar de las prohibiciones, todavía se venden productos decorativos y souvenirs hechos con carey, lo que alimenta este comercio ilegal que pone en riesgo a estas especies.
El robo de nidos es otra práctica devastadora. Las playas donde las tortugas ponen sus huevos son saqueadas para venderlos como “afrodisíacos” o “delicadezas”. Esta extracción impide la regeneración natural de las poblaciones, que ya están muy reducidas y vulnerables.
El turismo descontrolado también afecta gravemente a las tortugas marinas. Las luces artificiales y la presencia constante de personas desorientan a las crías en su primer viaje hacia el mar, dificultando su supervivencia. Además, las playas masificadas destruyen los hábitats esenciales para que las tortugas puedan desovar de manera segura.
La contaminación es otra amenaza directa y constante. La basura marina, especialmente el plástico, causa muertes diarias. Las tortugas confunden bolsas de plástico con medusas, su alimento habitual, y mueren por obstrucción intestinal. Muchas también quedan atrapadas en redes de pesca, anzuelos o restos de plástico que flotan en el agua. Además, la ingestión de microplásticos afecta su salud y, por extensión, la de todo el ecosistema marino.
Se estima que cada año más de mil tortugas marinas mueren debido a estos peligros relacionados con el plástico y la basura marina.
¿Qué podemos hacer para ayudar?
Participar en limpiezas de playas y fondos marinos es una forma directa de reducir esta amenaza. También es fundamental evitar el uso de productos plásticos de un solo uso para disminuir la cantidad de basura que llega al mar. Denunciar el comercio ilegal de huevos, caparazones o carne es clave para frenar la caza y el tráfico ilegal.
Si vivimos cerca de playas donde las tortugas anidan, es vital apagar las luces artificiales o usar luz roja durante la temporada de desove, que generalmente va de primavera a verano, para no desorientar a las crías.
Finalmente, informar y educar es fundamental. Muchas personas no son conscientes de que sus acciones pueden estar contribuyendo a este problema. Compartir esta información y generar conciencia es un paso crucial para proteger a estos animales que llevan millones de años siendo parte esencial de los océanos.
Proteger a las tortugas marinas es proteger la vida misma en el mar. Cuidarlas es responsabilidad de todos.
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