El desperdicio alimentario es una forma silenciosa de violencia contra el planeta, los animales y las personas.
Cada alimento que termina en la basura lleva detrás recursos: agua, tierra, energía, vidas.
Reducir el desperdicio no es solo un gesto individual: es una forma de justicia ambiental y ética.
Aprovechar lo que tenemos, planificar mejor y compartir cuando sobra son actos sencillos, pero poderosos.
Porque cuidar lo que comemos es cuidar la vida en todas sus formas.
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