La pesca industrial no es solo una amenaza ambiental. Es una de las formas más masivas de violencia hacia los animales no humanos.
Millones de peces mueren cada segundo en redes, sin voz, sin protección legal.
Delfines, tortugas, tiburones y otros animales fallecen como “daño colateral”.
Los océanos se vacían mientras la industria sigue vendiendo silencio.
Comer sin dañar a los océanos es posible. La alimentación basada en plantas no solo reduce tu huella ecológica, sino que es un acto de compasión hacia millones de animales marinos.
Por cada persona que deja de consumir pescado:
- Se salvan vidas individuales.
- Se reduce la sobrepesca.
- Se apuesta por un sistema más ético, sostenible y libre de explotación.
Además de proteger a millones de animales marinos, también protegemos nuestro propio ecosistema.
¿Y si dejáramos de ver el mar como un recurso… y empezáramos a verlo como un hogar?
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