Los koi (Cyprinus rubrofuscus) no son simplemente peces ornamentales; en la cultura asiática representan perseverancia, transformación y buena fortuna. Sin embargo, la cría selectiva de estos peces ha convertido su belleza en un problema.

La realidad detrás de esta cría es preocupante. La selección genética para resaltar colores y patrones ha provocado deformaciones genéticas y órganos comprimidos en muchos ejemplares. Además, la endogamia aumenta el riesgo de enfermedades, afectando su salud y calidad de vida. Por otro lado, estos peces viven en estanques artificiales, muy alejados de sus hábitats naturales, lo que limita su desarrollo y bienestar.

Si realmente valoramos el espíritu libre de los koi, debemos rechazar la compra de ejemplares modificados genéticamente, fomentar su conservación en estado natural y apoyar santuarios donde puedan vivir sin ser meras decoraciones.

La verdadera belleza reside en respetar y no en poseer a estos animales.


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