Cera de abeja

Muchas veces asociamos la cera de abeja con algo natural, ecológico y hasta inofensivo. Pero detrás de ese producto que parece tan puro, hay una realidad poco visible y muchas veces ignorada: la explotación de las abejas.

La cera de abeja no es un recurso ilimitado ni gratuito. Es parte fundamental de la colmena, la estructura que las abejas construyen con esfuerzo para vivir, criar a sus crías y almacenar su alimento. Cuando extraemos esa cera para uso humano, estamos quitándoles algo que no nos pertenece y que es vital para su supervivencia.

Además, la producción industrial de cera suele estar vinculada a la apicultura intensiva, donde las abejas son manipuladas, su bienestar se sacrifica y sus ciclos naturales son alterados para maximizar la extracción de productos, incluida la cera.

Esto nos invita a reflexionar: no necesitamos usar productos que impliquen explotación y sufrimiento, aunque vengan disfrazados de “naturales”. Podemos buscar alternativas que respeten la vida y el equilibrio ecológico.

Dejar de usar cera de abeja es un acto de respeto hacia estos pequeños seres que hacen posible la vida en la Tierra. Es un paso más hacia una relación más consciente y justa con la naturaleza.


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